Conversación con Alceu Ribeiro
Mancha
y línea sobre un plano
“En el principio fue el ritmo”
Refrán
africano
por Ana Larravide
- ¿Una entrevista? Estás loca.
- Como si estuviéramos en
aquel bar ¿estará todavía? enfrente de tu taller, en Constituyentes y
Tacuarembó... Recuerdo un cuadro tuyo de ese taller: su ventana, un caballete a
contraluz y afuera un árbol, un plátano. ¿Cómo se llamaba aquel bar?
- Bueno...uno decía “vamos al boliche de Eulogio”. Eso era todo.
- En ese taller, una
noche nos mostraste un libro de Goya, de sus pinturas en san Antonio de la
Florida. Nos enseñabas que aquellas inmensas manchas sueltas -que al mirarlas desde
abajo tenían forma de personas y ángeles- de cerca podían tomarse por cuadros
abstractos: “son manchas y líneas sobre un plano.”
- En opinión de Torres, Goya es uno de los ejemplos más altos de la
pintura. Él decía que la pintura es una relación de valores. Eso muestra Goya.
Y también Velázquez, de una manera cautivante.
- Veinte años después
entré, en Madrid, en la Capilla de san Antonio. Allí estaban en la cúpula: los
planos azul grisáceo, ocres, blancos, de aquel libro.
Unos espejos en atriles
los acercaban, en las esquinas; pero preferí desnucarme mirando hacia arriba. Parece
que Goya hubiera pintado en el aire, esas manchas.
- No muchos vistan ese lugar; aunque sólo queda a diez minutos del
museo del Prado. Espero que al salir de allí hayas entrado en Mingo, al lado, a tomar una sidra y
comer una cazuelita de callos.
- ¡Ay, si, fui!
- Es tan bueno en lo suyo como Goya pintando. Te decía: la relación de
valores es una de las cosas más definidas -se siente fuertemente frente a un
buen cuadro- pero también es una cosa nunca definida.
- ¿Una cosa nunca
definida? Pero dentro del Taller Torres parecían tener todo muy definido: Removedor publicó la crítica más corta y
lapidara que se conoce: “Exposición de Fulano. Tono, mal; dibujo, mal;
estructura, mal: todo mal”
- Ah... jejje, esa crítica debió ser de Guido Castillo. Una mirada
exigente, la de él. El Taller le concedía autoridad a sus apreciaciones.
- Tu mirada ¿que aprecia
en especial, en un cuadro?
- Que tenga duende. Me quedo con una frase del propio viejito Torres:
“Ese cuadro tiene duende”, decía. Y seguro estaba frente a una pieza de pintura
excepcional.
Si un cuadro tiene duende tiene todo: logra emocionarte.
Te detiene al paso, donde sea (en un museo, una muestra). Las relaciones
entre cuadro y persona son infinitas; pero la buena pintura tiene ese
imponderable que te hace temblar.
- ¿Un cuadro se despega,
entre otros, y llama especialmente?
- En música sucede algo parecido. Hasta puede darse ese despegue entre
dos grandes: Torres llegó un día diciendo: “Pasé toda la noche escuchando a
Beethoven y a Bach. Beethoven es muy grande, pero Bach lo es más todavía.”
- La relación de valores
¿a qué se refiere?
- Al tono. Es una determinada armonía. Esa relación se da en cada
superficie. Los colores pueden ser los de la paleta baja. O cadmios... Pero cuando
entonan, cuando hay relación de valores, hay cuadro.
-¿Qué diferencia a la pintura-pintura de la que no lo es?
-La pintura es siempre la misma. Cambian los estilos, las épocas.
Cambian sus búsquedas, sus aventuras. Pero su lenguaje es siempre: tono, ritmo,
estructura.
- El duende habla ese
lenguaje.
- Nunca se sabe cómo hablará. Recuerdo una obra -pequeña- en un salón
del museo Reina Sofía: cuatro o cinco pajes y damas, frontales, con sus ropajes
de pliegues... hacían un juego de planos marcando diagonales (verde, rosa,
gris, amarillo). Entrecerrando los ojos podía ver pequeños planos abstractos en
vez de figuritas naturalistas. Todos los estilos no hacen otra cosa que
recomponer, a su manera, “manchas y líneas sobre un plano”.
- No importa que el tema
sean pajes y damas o jarritos blancos y tablas de picar.
- No importa. Componer un
cuadro sólo es distribuir planos sobre un plano.
- ¿Ah, si? Mire usté. Explique más.
- Yo conozco tres formas ¿Por qué no pruebas tú, con unos cartoncitos?
O con galletitas “María” (alguna la quiebras, para que no sean todas iguales...
Las distribuyes, proyectadas sobre un fondo, como si fuera un piso:
yuxtapuestas, contrapuestas, superpuestas...
- Parece fácil. ¿Yuxtapuestas
sobre una superficie?
- Sí, arrimadas unas contra otras.
- O contrapuestas...
- Sueltas sobre el fondo, como si estuvieran peleadas:
- O superpuestas...
- Claro: encimadas. Pero eso
sirve mejor para trabajar con madera que para pintar. Hice una cabeza de mujer
hace poco, con dos tablitas superpuestas...
Trato de no mezclar las formas. Mezclarlas no es lo que se me da
mejor. La transparencia, tampoco. En cambio, jugar con las formas de esas tres
maneras, siempre me da resultado.
- Yuxtaponer,
contraponer, superponer.
- No es ninguna novedad. Velázquez lo insinúa, en “Las meninas”. Recordá:
es como un friso. En el primer plano de la tela, la trilogía de la infanta y
las otras dos niñas. Detrás: Velázquez en su caballete, los padres... también
son figuras yuxtapuestas (o así las veo yo). También hay elementos
complementarios: el perro, que ocupa un espacio... Nicolasito... Claro que son
todos elementos figurativos; pero si los sustituyeras por planos, por manchas
(sin anécdota alguna), ese cuadro igual sería una maravilla.
- Alceu ¿y tu mudanza, tu
taller nuevo? ¿Ya está?
- ¡Qué va! Estuvimos con Isabel lavando pisos, clavando bibliotecas...
Pero todavía queda en el ambiente más grande un montón de sillas... y caballetes,
bastidores arrimados a la pared. Hay mucho que colgar. Hasta que no vea los
zócalos no estaré tranquilo.
- Entonces ¿no estás
pintando, en estos días?
- ¡Pero sí! Ya se acerca la fecha de la exposición en Sollerit. Así
que estoy preparando un tríptico que será de 1.95 por 3.40.
- ¡Pero eso es enorme!
- No creas: se perderá, en lo que llaman el salón Magno de Sollerit,
que es de diez metros por casi veinte. Tranquilamente flotará allí mi tríptico,
con sus tres partes de 1.95 por 1.14 cada una.
- ¡Ah! Podrás hacer una
gran vidriera o ventana, con figuras de personas en tamaño natural...
-Mmmm... no creo. Estoy pensando en tres frisos de color, bien
definidos, y algunas formas frontales...
-Ya sé: yuxtapuestas o
contrapuestas.
- Posiblemente.
- Pero siempre de manera
que emocionen. Para lo cual no hay regla. ¿Cómo era aquello de “amo la emoción
que corrige la regla”?
-Eso es una preciosa frase de Braque, que a Torres le gustaba repetir:
“Amo la regla que corrige la emoción y la emoción que corrige la regla.”
Es así, en la pintura y la vida. La razón y la intuición se corrigen
mutuamente.
Si te mueves con eso vas bien por la vida, no sólo con la cabeza ni
sólo con el corazón.
También me gusta mucho algo que decía Stravinsky: “El arte es lo
contrario del caos”
- Tanto te gusta que lo
has recordado en uno de tus catálogos.
- Si. Me gustan las frases -o los libros- que insinúan más de lo que
dicen. Lo mismo, las personas. Prefiero las que no hablan mucho pero sugieren y
hacen pensar. Pero aquí estoy hablando, yo mismo, de más: ¡Ana!... ¡no me
jorobes!... ¿que estás haciéndome decir?
- Lo que quieras.
- ¿Qué más contarte?
- La alegría al despertarte
cada día buscando tus pinceles.
- ¿Sabes que sí? Eso me pasa. Una vez titularon una entrevista que me
hicieron aquí “Alceu Ribeiro, setentón y vitalista”. De eso han pasado
dieciséis años.
- ¿Estás seguro?
- Tan seguro. Mirá, un amigo mío, al que yo llamaba “el dios Nepo”
porque tenía frases como sentencias, decía “Después de los cincuenta se vive de
regalo.” Yo sé que mi cuerda vital es más cortita ahora, pero es de todos modos
un regalo que disfruto. Lo uso practicando,
practicando... Si me regalaran cincuenta años más podría pintar un cuadro bueno.
- Alguno que otro has
pintado. ¿Cómo sería “el bueno”?
- Uno que no saliera por casualidad. Siempre me parece que, si hoy lo
pienso bastante, mañana voy a pintar un buen cuadro.
- ¿Cómo es eso?
- Es así. Uno vive pensando cuadros. Después, al pintar, es el cuadro
el que manda y te va llevando. Ya no se piensa, se pinta.
Mirá: hay pequeñas cosas de las cuales no dudo: una de ellas es algo
que decía Matisse: “El dibujo de un niño te deslumbra, pero el niño no mantiene
una constante. Deseo volver a ser niño en la frescura; pero con conocimiento.” Esa posibilidad de repetición -de no
hacer algo por azar sino intencionadamente- es la del trabajo adulto, que suma
corazón y cabeza.
En esto también estaba de acuerdo Monet: “Piense todo lo que quiera
-decía- pero cuando pinte, pinte.”
-Te gustan las frases. Te
regalo una que me encanta, de García Lorca: “Sólo el misterio nos hace vivir.” Como tú, busca algo indefinido, pero
intuido como imprescindible. ¿Será eso lo que convierte un cuadro en cuadro y
un poema en poema?
- Ese algo para mi es el ritmo. El ritmo da vida. Organiza el
misterio.
El ritmo es la palabra fundamental para mí. Es lo que hace que todas
las cosas funcionen en una superficie.
Si no hay ritmo no hay congruencia. Anhelo Hernández dio con esa
palabra, perfecta: “seamos pintores congruentes”, dijo. Esa congruencia
entronca con los principios torregarcianos.
Y ya que estamos por las definiciones positivas hagamos, en contraste,
una negativa: sobre Salvador Dalí... ¡que no joda, vamos!... Fue muy imaginativo, muy productivo... Pero
la pintura, pintura es otra cosa.
Mira, Ana... Joaquín Torres García lo diferenciaba así: “Hay pintores que se
sirven de la pintura y hay pintores que sirven a la pintura.”
- Querido flaco, si se
apareciera aquí un duende benéfico, que te concediera lo que te hiciera más
feliz, ¿qué querrías ser?
3 comentarios:
Precioso reportaje...lo disfruté mucho porque tuve la dicha de conocer al entrevistado y a la entrevistadora...
qué bueno, Carlos.. tú has podido entonces agregarle sonido a la charla: el simpatiquísimo tono bayano de Alceu.! abrazo
muy bueno, excelente, gracias por compartir este material
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